Búsqueda del tesoro – Parte I

Todos los chicos se estaban preparando para realizar uno de los juegos más divertidos que planificaba la maestra Pandy en el patio de la escuela: La búsqueda del tesoro.

El juego consistía en hallar un tesoro escondido siguiendo las pistas que estaban escondidas por el patio. Para poder jugar tenían que formarse parejas así que cuando Ari supo esto no dudó en pedirle a Robby, quien era uno de sus mejores amigos, que hicieran equipo. El pequeño robot aceptó feliz.

Luego de que todos tuvieran una pareja, la maestra Pandy dio inicio al juego diciendo la primera pista para hallar el tesoro.

— “Estoy en donde viven las lombrices, justo al lado de una perla brillante”.

Vaya, la búsqueda del tesoro podía ser divertido, pero no sencilla.

Todos corrieron hacia las jardineras donde no había nada plantado para escarbar y buscar la perla brillante que daría la siguiente pista para encontrar el tesoro.

Ari al ver que se adelantaban los demás dijo impaciente a Robby que corriera hacia las jardineras, pues estaba claro que debían buscar en la tierra ya que allí viven las lombrices, pero Robby no se movió, en cambio, se quedó pensando.

—Espera un momento, recuerdo haber archivado en mi memoria en una de las clases al aire libre que había una flor cuyo nombre significaba perla brillante.

—¿En serio? —dijo Ari asombrado— bueno, eso tiene más sentido que buscar una perla en la tierra. ¿Y qué flor era?

—Son las margaritas—respondió seguro el robot.

¡Magnifico! Ari observó el patio para buscar margaritas y ¡allí estaba una!, plantada justo al lado de un montículo de tierra. Ambos se dirigieron al lugar para remover la tierra.

—¡La tengo! —exclamó Robby con un pequeño papel doblado cuidadosamente en su mano robótica.

Impaciente, lo desdobló para leer el mensaje que los llevaría a la siguiente pista.

—“Volando con mis amigos” —leyó Robby sin entender nada. Lo volvió a leer, pero siguió sin entender, y pensó: “¿volando con mis amigos? ¿Acaso hay que volar para encontrar la siguiente pista? En ese caso estamos perdidos, pues un camaleón no puede volar y yo no puedo levitar muy alto del suelo como para parecer un pájaro”—. Lo siento Ari, pero no podemos volar con las aves.

—No creo que haya que volar, Robby, solo parece una frase sacada de algún lado—dijo Ari pensativo mientras se frotaba la barbilla—De hecho, creo que la he leído en alguna parte.

—¿En un libro?

—Si, sí, eso, un libro. Seguro lo leí en uno, pero no recuerdo bien. Creo que fue en uno que mandaron para la clase de literatura.

—Pues, si la pista es sobre un libro, tal vez si sabemos de qué trata podamos hallar la última pista. ¿Recuerdas que decía el libro?

—Bueno, era sobre un pájaro que quería divertirse con sus amigos, pero no podía. No recuerdo por qué—respondió Ari, tratando de recordar la trama del libro.

—¿Y que hizo el pájaro? —preguntó el robot tratando de encontrar alguna relación con la búsqueda del tesoro.

—Volar con sus amigos.

—¡Podrías decir algo que nos sirva! – Robby se llevó una mano al cabeza irritado porque la respuesta de Ari que no ayudaba en nada.

—No te pongas así, trato de recordar—El camaleón ya se estaba empezando a molestar por el tono de voz de Robby, pero decidió calmarse y pensar—. El pájaro del libro era uno colorido llamado diamante de no sé qué. Lo recuerdo porque nunca escuché de un pájaro llamado diamante.

Entonces, Robby entendió.

—Ohhhh era un pájaro diamante de Gould. Es una hermosa ave colorida que vive al norte de Australia… —Robby empezó a decir toda la información que sabía sobre el ave, que, por cierto, no era poca.

Ari, impaciente al ver que algunos competidores habían dado con la primera pista y estaban por alcanzarlos estuvo a punto de gritarle a Robby que dejara de hablar cuando este dijo:

—Y por cierto, es la misma ave que está pintada en un cuadro dentro de la escuela al lado del salón de ciencias.

Que dato tan inesperado y útil fue ese para el camaleón quien se puso alerta.

—Espera, ¿qué?, ¿Hay un cuadro de esa ave? —Robby asintió muy rápido en respuesta— ¡ESA ES LA PISTA ROBBY!, Vayamos a ver ese cuadro.

Y como cometas entraron a la escuela y se dirigieron a donde se encontraba la entrada de la sala de ciencias. Cuando encontraron el cuadro se detuvieron frente a él buscando la última pista que los convertiría en los campeones del juego. Robby revisaba alrededor del marco del cuadro mientras que Aria revisaba por el suelo y las paredes en busca de algún símbolo o señal. De pronto, ambos dijeron al mismo tiempo: “lo tengo”, mientras sostenían un papel pequeño cada uno.

¿Qué?, ¿Había dos pistas?, eso si no lo vieron venir.

Robby había sacado su papel de detrás del cuadro, mientras que Ari lo halló en el suelo junto a unos casilleros.

Ambos desdoblaron el papelito que tenían en mano y vieron lo que contenía.

El papel que tenía Robby en la mano decía: “Debajo de algo que no es tierra ni es arena. Debajo de algo liviano que cruje al pisar”. En cambio, el que tenía Ari decía: “Nos vemos en el árbol”.

—¡Creo sé dónde es! —dijo Robby entusiasmado.

El camaleón bufó y dijo:

—Claro, es obvio. Está sobre un árbol.

El Robot miró con extrañeza a Ari y al ver su nota se empezó a reír.

—Ja, ja, ja, eso no es la nota del juego, es un papel que a alguien se le ha caído. Ni siquiera tiene la misma letra de las otras notas.

Al ver que su amigo se burlaba de él se molestó tanto que su piel se puso roja.

—De hecho, fui yo quien supo dónde estaba—dijo Robby irritado.

Esas palabras molestaron mucho más al camaleón. ¿Cómo se atrevía a ser tan engreído y llevarse todo el crédito cuando fue él quien encontró las margaritas en el jardín y fue el quien le dio las pistas sobre el cuadro?

— ¡Pero gracias a mí! —gritó Ari.

Robby también estaba muy molesto, ¿Cómo es capaz de gritarle a él si gracias a su conocimiento encontraron las notas?

Y con estos pensamientos en la mente de cada uno empezaron a pelear entre ellos dándose cada uno el mérito de haber encontrado las pistas. Enfadados uno con el otro, tomaron una decisión: cada uno seguiría las indicaciones de la nota que encontraron, y quien hallase el tesoro se llevaría todo el crédito de haber encontrado las pistas.

Ambos se dirigieron al patio de la escuela en busca del tesoro, pero esta vez no como amigos, sino como rivales.


Para continuar con la segunda parte de este cuento sigue el enlace de: Búsqueda del tesoro, Parte II.

Esperamos que te guste la segunda parte de este cuento sobre la amistad.

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