Campeonato escolar – Parte I

¡Qué mañana tan bonita había! sin duda, ese día era el ideal para el campeonato escolar de obstáculos. 

Este campeonato consiste en formar equipos de tres para superar obstáculos con el objetivo de ganar un trofeo que premia el trabajo en equipo. Para saber el grupo merecedor del trofeo se toma en cuenta la cantidad de obstáculos ganados.  

En esta divertida actividad, nuestros amigos Ikia la guacamaya, Ari el camaleón y Tanu el monstruo se presentaron como uno de los dos equipos que participaría. Los tres se colocaron una cinta en la cabeza de color rojo que los identificaba como equipo, y sus contrincantes, quienes eran una hiena, una coneja y un zorrillo, se pusieron cintas de color azul. Con los colores ya asignados, se dio inicio al campeonato. El primero  de todos los retos era jugar a “la carretilla”.  

Este juego era solo para dos integrantes del equipo, en donde uno de los jugadores se debe tumbar boca abajo y colocar las palmas de las manos en el suelo, mientras el otro jugador toma de los tobillos a su compañero y levanta sus piernas a la altura de su cintura, pareciendo de esta forma como si llevara una carretilla. Se requería una gran coordinación y fuerza para este reto, por tanto, era muy importante elegir a los jugadores indicados para ganar. 

Ari dijo que él quería ser quien cargara al compañero como carretilla, pues parecía divertido y él era rápido, además, dijo que quería de pareja a Ikia la guacamaya pues no le costaría sostener sus patas, ya que ella no era tan pesada como Tanu. 

Por su parte, Ikia no estaba de acuerdo con esto, pues no tenía manos para caminar con ellas, sino que tenía alas y estas no tenían una forma que la ayudaran a sostenerse. Así que Ikia tuvo una mejor idea, y dijo que podían hacer pareja Tanu el monstruo y Ari, porque Tanu tenía la fuerza necesaria para cargar al camaleón y Ari podía caminar sin problema con las palmas de sus manos.  Tanu estaba a punto de opinar, pero Ari no lo dejó porque no estaba de acuerdo con la idea de Ikia. Él no quería ser cargado por nadie. 

Como el tiempo de elegir a los participantes se agotaba y Ari no daba su brazo a torcer, la guacamaya suspiró y aceptó ser la carretilla. 

Los competidores se colocaron en la línea de partida en la posición de carretilla. El zorillo, quien era cargado por las piernas, se veía seguro. Muy diferente de Ikia, quien se veía temblorosa y torpe al intentar estar apoyada en sus alas.  

Sonó el silbato y las parejas comenzaron a moverse. La guacamaya intentaba permanecer en pie a cada paso, pero le era muy difícil. Ari le gritaba a la guacamaya que se moviera más rápido para poder alcanzar a sus contrincantes quienes llevaban mucha ventaja en la carrera.  

Pero lamentablemente, Ikia no soportó su peso, perdiendo el equilibro. Cayó de forma brusca contra el suelo haciendo que se diera en la barbilla.  

Al ella caer, también cayó Ari, pues se enredó con las patas de la guacamaya. Ambos quedaron tirados en el suelo mientras que el equipo azul llegaba a la meta.  

Derrotados y adoloridos, salieron de la carrera y se pararon junto a Tanu quien observaba todo.  

—¿Están bien? —preguntó Tanu. Ikia y Ari asintieron cabizbajos. Tanu notó la tristeza de sus amigos y dijo—Ya nos irá mejor en el otro reto ¡Animo! 

 El árbitro gritó el nombre del siguiente juego que era “saltar en un saco”. Solo un integrante del equipo podía participar y tan solo debía meter sus piernas dentro de un saco y saltar hasta la meta, procurando llegar de primero.  

Tanu insistió en que él quería hacerlo, pero Ari no creía que fuera buena idea meter a un monstruo dentro de un saco de papas. 

 Ikia no sabía que decir, pues pensaba lo mismo que Ari, pero no quería que Tanu se pusiera triste. El camaleón y la guacamaya se pusieron a discutir sobre si debería o no participar y mientras lo hacían el monstruito corrió hacia la línea de partida de la competencia y dijo al árbitro que el representaría al equipo rojo. El árbitro le dio un saco al monstruito quien sonreía por haberse salido con la suya. 

La guacamaya quedó sorprendida ya que no habían decidido aún y Tanu se fue a participar. En cambio, Ari estaba muy enfadado por el acto tan inmaduro del monstruo.  

Cuando Tanu comenzó a meter sus piernas en el saco se percató de que no era lo suficientemente grande para él. A duras penas las dos piernas cabían en el saco, así que cuando se puso de pie, con este puesto, no podía mantener el equilibrio por tener las patas muy juntas y apretadas. Ya era tarde para cambiar de competidor y ya la coneja del equipo azul estaba a su lado con su saco, lista para comenzar la competencia.   

Al sonar el silbato, Tanu comenzó a saltar lo más rápido que pudo a pesar de que le dolían los pies. El monstruito no se había percatado que a medida que saltaba el saco se iba rompiendo. En uno de los saltos, el saco no aguantó más el tamaño de Tanu y se rompió en dos, dejando al monstruito con las piernas descubiertas y causando de esta forma su descalificación. 

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