Cansado para el juego

Durante la tarde del sábado todos estaban divirtiéndose. Los gritos, y las carcajadas se escuchaban por todo el parque, y como no, si jugar a “las traes” era ¡demasiado divertido! 

En ese momento Ari el camaleón era quien “las traía”, por tanto, debía alcanzar a alguno de sus amigos para tocarlo y así poder ceder el turno de “las traes”, causando que ese amigo ahora persiguiera a los demás. Ari fijó su vista en Tanu ya que el monstruito parecía que se fuera a desmayar, pues su respiración estaba agitada y tenía una expresión de cansancio. “la victima perfecta”, pensó Ari echándose a correr.  

Tanu se percató de que el camaleón iba por él, así que corrió rápidamente hacia cualquier dirección. Mientras corría sintió como le faltaba el aire, como las piernas le temblaban y estaba muy cansado. De pronto, no pudo seguir corriendo, cayendo exhausto de rodillas. Ari lo alcanzó y tocó, pero en vez de pronunciar las palabras “las traes” lo que hizo fue preguntarle a Tanu como se sentía. 

—Mi… Ter…mo, por fa… vor—dijo con dificultad el monstruito. Tanu se acostó en el suelo mirando hacia el cielo mientras Ari iba a buscarle lo que había pedido.   

Los demás se acercaron al monstruito para preguntarle que le había pasado y por qué estaba tan agotado si apenas habían empezado a jugar. Tanu no respondía nada, solo se quedaba allí acostado con su ojo cerrado. Robby el robot al ver a su amigo tan exhausto decidió escanearlo para conocer como estaba su cuerpo. La información que le proporcionó el escáner sobre Tanu era lo siguiente: 

Energía corporal ——– 2% 

Hidratación ————— 10% 

 Respiración————-  25%↑ 

¡Pero que desastre! los niveles eran demasiado bajos para llevar solo diez minutos de juego. Robby les informó a los demás que Tanu estaba en un estado crítico porque su energía estaba por los suelos, necesitaba agua y tenia dificultades para respirar. Todos estaban muy preocupados. 

Ari llegó con el termo de Tanu y con cuidado se agachó para que Tanu tomara. Al terminarse todo el líquido Robby volvió a hacer un escáner del cuerpo de Tanu. Los resultados ahora eran: 

Energía corporal ——– 4% 

Hidratación ————— 5%↓ 

Respiración ————-  30% 

¿Pero qué?, ¿Cómo era posible que la hidratación estuviese bajando si acababa de tomar agua?   

Robby alarmado le preguntó a Tanu que fue lo que había en su termo a lo que este respondió diciendo:  

—Soda  

Ari y Robby abrieron mucho los ojos. Ambos empezaron a regañar a Tanu por ser tan irresponsable con su salud, pues no podía hacer deporte o jugar mientras tomaba algo diferente al agua. El robot le explicó a Tanu que tomar agua era lo que quitaba la sed, en cambio, los refrescos daban sed por tener mucha azúcar. Por ello, los niveles de Tanu cambiaron haciendo que el de hidratación bajara y los demás niveles detuvieran su recuperación. 

—¡Te estas enfermando!—exclamó el robot. Ari por su parte miraba al monstruito molesto con los brazos cruzados.  

Ahora todos veían a Tanu con cara de desaprobación haciéndolo sentir incómodo. Él pensaba que no era para tanto, que solo se había cansado mientras jugaba. Para demostrarles a sus amigos que ya se sentía mejor se puso de pie y dio unos brinquitos mientras decía “lo ven, ahora me siento mejor. A lo mejor el escáner de Robby esta averiado”. Esto sin duda ofendió al robot quien le dijo que más nunca gastaría su energía para escanearlo ya que por lo visto el quería estar enfermo. 

 Tanu ignoró su comentario. De repente, al monstruito le rugió el estómago de hambre. Tanu les dijo a sus amigos que solo se sentía débil porque tenía hambre. Tanu caminó hacia una de las bancas del parque en donde tenía su lonchera verde. Todos seguían al monstruito para ver que iba a hacer o por si se volvió a sentir mal.  

Cuando Tanu estuvo en la banca se sentó sobre ella, abrió su lonchera y sacó una porción de pastel que devoró en dos bocados. Al ver eso Ari se enfadó más y le dijo a Tanu que ese trozo de pastel no lo alimentaba sino que empeoraría su salud. 

—Debes comer frutas y verduras para que te sientas mejor, no dulces. Apuesto a que si Robby te vuelve a escanear estarás peor—dijo Ari.  

—Pero no lo haré—dijo Robby mientras se cruzaba de brazos y desviaba la mirada pronunciando un “jum”. 

Fue en ese instante cuando Tanu se molestó. Ya estaba harto de que lo regañaran y le dijeran qué hacer. Les dijo a todos que ya no jugaría por como lo estaban tratando a lo que Ari respondió con un odioso “igual ni puedes”. Esto hizo que Tanu se enfadara aún más y gruñera. El monstruo tomó sus cosas y se marchó del parque dando zancadas.  

Pasaron los días y Tanu no siguió los consejos de sus amigos causando que poco a poco se fuera enfermando más. Apenas podía correr, se la pasaba cansado y con sueño, tenía la necesidad de comer dulces, le estaba empezando a doler seguido el estómago y le estaba creciendo la panza.  

La mamá de Tanu se dio cuenta de que su hijo ya no jugaba como antes y que por las tardes se la pasaba echado en el sofá viendo televisión.  

Un día, para sacar a su hijo de la rutina, lo invitó a jugar con ella voleibol. La mamá monstruo se dio cuenta al jugar que Tanu se movía con torpeza y lentitud, a penas tenia fuerzas para darle a la pelota con sus brazos y se agitaba rápido.  

Sin dudarlo ni por un segundo, ese mismo día lo llevó al médico. 

Al llegar al hospital el doctor lo examinó y luego de ver los resultados de los exámenes le dijo que debido a su mala alimentación y falta de ejercicio físico estaba muy, pero muy mal de salud que de no ser curada podría tener terribles consecuencias. Ordenó al monstruito a no comer tantos dulces o comida chatarra, a tomar más agua y menos refrescos y a ejercitarse constantemente para que de esta forma pueda estar sano y vivir plenamente.  

Tanu y mamá monstruo siguieron las indicaciones del doctor al pie de la letra y en unas semanas ya Tanu se sentía muchísimo mejor. Era increíble lo bien que se sentía en tan poco tiempo.  

Al pasar los días se fue sintiendo cada vez mejor y pudo volver a jugar con sus amigos a “las traes” sin que le faltara el aire o le temblaran las piernas. 

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