Estudiante de intercambio – Parte I

Un día, Ari el camaleón llegó a la escuela y vio que en la entrada de esta había un grupo de estudiantes alrededor de alguien. Robby, el robot, estaba allí, así que le preguntó qué pasaba.  

—Ha llegado al colegio un nuevo estudiante de intercambio, y tal parece es alguien muy interesante—respondió el robot. 

Ahora estaba intrigado. Ari se hizo camino entre el tumulto para ver al nuevo estudiante. Cuando lo vio quedó sorprendido, pues se trataba de un camaleón igual que él… Bueno, hasta cierto punto, ya que el nuevo estudiante era más alto y fornido, además, poseía un tono de piel distinto al de Ari ya que tenía tonos de colores rojizos, verdosos y azulados. ¡Era realmente hermoso!  

Ari se sintió un poco cohibido dado que él era el único camaleón en la escuela, hasta ese momento. Por un instante pensó que podría ser genial tener a un amigo camaleón, por ello, ¿por qué no hablarle? 

Cuando se le acercó y se presentó el nuevo estudiante lo miró de pies a cabeza y luego lo ignoró por completo. Continuó hablando con los demás, sin siquiera importarle la presencia de Ari.  

¿Qué?, ¡no podía creer que fuera tan grosero! Tal parece no iba a tener ningún amigo camaleón.  

Pasado ese incidente, Ari intentó seguir con sus clases como de costumbre, pero parecía que a donde quiera que fuera estaba ese tonto camaleón seguido de un grupo de estudiantes que se la pasaban sorprendidos escuchando las historias que este contaba sobre su vida. Mientras Ari se alejaba de ellos por el pasillo de la escuela se encontró con la maestra Pandy. 

—¡Oh! Justo te estaba buscando—dijo la panda mirando a Ari con una sonrisa— Quería pedirte el favor de que le des un recorrido a Piero por el colegio para que lo conozca. 

—¿Piero?, ¿se refiere al chico nuevo?—preguntó Ari asqueado. 

—Sí, acaba de llegar de Madagascar y pienso que sería más cómodo para él que tú le muestres el lugar —Ari estaba a punto de decir que no cuando la maestra Pandy dijo— ¡Allí esta!, ¡Piero, Piero, ven acá un momento!  

De inmediato, Ari se puso tenso al notar la presencia de Piero quien llegó rápidamente al encuentro con la maestra Pandy. La maestra le explicó a Piero lo que hace poco habló con Ari y este aceptó encantado, ya que estaba muy emocionado por conocer su nueva escuela. “¿Por qué esto me pasa a mí?”, pensó Ari cuando la maestra se despidió para que pudiesen comenzar el recorrido. 

Sin siquiera voltearlo a ver, Ari caminó por los pasillos arrastrando sus patas y con voz monótona y aburrida iba indicando los sectores de la escuela.  

El tal Piero veía a Ari de una forma extraña. Ari lo notó y esto le incomodó mucho, pues no se fiaba de él. Sin dilación le dijo “¿qué me ves?”. Piero se sorprendió, pero luego sonrió. 

—Quería pedirte perdón por lo de hace rato— ¡Vaya! esto sí que no se lo esperaba Ari quien abrió mucho los ojos— No fui amable contigo y lo lamento. Espero que podamos ser amigos. 

Luego de pensarlo un poco aceptó sus disculpas, pero le preguntó el por qué lo había ignorado frente a todos. Piero le respondió que se había puesto nervioso al ver que había otro camaleón en la escuela. Esta respuesta no complació del todo a Ari, pero no iba a estar siempre a le defensiva con Piero, así que lo dejó pasar.  

Como limaron asperezas Ari se tomó en serio la tarea de mostrarle la escuela. Salieron al patio con el fin de que viera todo lo que había allí. Al mostrarle la cancha de basquetbol Ari le comentó que le encantaba el básquet y que de hecho formaba parte del equipo de la escuela.  

Al escuchar esto, Piero de inmediato comenzó a decir que él era un excelente jugador de básquet y que había dejado un montón de trofeos en su casa en Madagascar que había ganado en campeonatos tanto nacionales como internacionales. ¡WOW, con que era muy bueno!  

Animado, Ari le dijo que jugaran un poco y fue a coger un balón de básquet, pero Piero no quería y dijo que mejor lo dejaban para otro día en donde no hiciera tanto calor. Esto le extrañó a Ari pues no había calor.  

Sin tomar en cuenta las palabras de su nuevo compañero de clase le lanzó el balón. Piero lo atrapó con mucha torpeza. Entonces, Ari dijo que quería verlo encestar, sin embargo, cuando Piero lanzó el balón lo hizo tan mal que la pelota chocó con la orilla del aro, haciendo que rebotara y se devolviera directo a la cara de Piero. 

¡Qué raro!, ¿alguien con muchos trofeos de básquet no sabía encestar? 

Ari no aguantó la risa del incidente y comenzó a burlarse del camaleón preguntándole que si también había dejado el talento en Madagascar. Esto no le gustó para nada a Piero quien comenzó a caminar molesto. Al ver que se había ofendido, Ari fue tras de él para disculparse, pero Piero le dijo furioso que no quería ser su amigo. 

Al día siguiente en la escuela, justo a la hora del recreo, Ari vio a Piero rodeado de otro grupo de estudiantes. Como se sentía mal por el incidente del otro día quería arreglar las cosas con él. Se acercó y le dijo al camaleón que sentía haberse burlado de él, pero Piero solo volvió a ignorarlo.  

Ari pensó que quizás lo hacía porque seguía molesto, por ello, intentó pedir perdón con más ganas para que le creyera que estaba arrepentido, pero cuando iba a hablar uno de los estudiantes que rodeaba a Piero preguntó: “¿Entonces puedes volar?” 

—Por supuesto —respondió Piero con un aire de superioridad. 

“Espera, ¿qué? “, pensó Ari quien sabía que ningún camaleón podía volar, tan solo podían trepar. Ari comenzó a creer que Piero era un completo mentiroso. Decidió confrontarlo, por tanto, dijo frente a todos que ningún camaleón puede volar.  

Al escuchar estas palabras los demás ahogaron un grito de asombro, ¿acaso lo llamaba mentiroso? Piero miró a Ari con mucha rabia. De pronto, cambió la expresión a una triste y comenzó a decir que él si podía porque era de una especie de camaleón mejor de la que era Ari. 

—No debes tratarme así solo porque te caigo mal. Yo solo quiero ser tu amigo y tú no me dejas—remató Piero fingiendo estar a punto de llorar. 

—¡¿Qué?, no es por nada de eso, solo digo que dices mentiras! —se defendió Ari— Por eso no quieres ser mi amigo, porque quieres inventar cosas sobre los camaleones para aparentar ser mejor que los demás. 

Piero cambió su expresión a una de susto al sentirse descubierto. Nervioso miró a todos los que lo rodeaban para ver si alguien había prestado atención a esas palabras, pero de hecho nadie lo hizo. Todos miraban a Ari con desaprobación y empezaron a abuchearlo para que se fuera de allí. 

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