Ikia volteó para ver a Tanu y observó como el gran monstruito corría hacia ella con una gran sonrisa en los labios. La guacamaya alzó un ala para saludarlo a la vez que sonreía. Tanu se detuvo frente a la mesa y colocó la lonchera sobre ella para abrirla y mostrar su comida a Ikia quien aguardaba entusiasmada por ver.
Tanu el monstruo daba zancadas por el patio del colegio sosteniendo con sus manos peludas su lonche...