Jugando al quemado – Parte I

Sasha la pingüina iba feliz camino al parque para jugar con sus amigos. Cuando llegó estaban todos formando un alboroto mientras se dividían en dos quipos.
—¿Qué ocurre? —preguntó Sasha a Manny el mapache que estaba un poco alejado de todo ese alboroto.
—Están formando los equipos para jugar “al quemado”—dijo desinteresado.
—¿Al quemado? ¡Suena divertido!… ¿Y cómo se juega?
—Se lanzan balones un equipo contra el otro y a quien le den un golpe con un balón esta fuera del juego. El que no reciba ninguno gana.
—Ohhhh —Sasha nunca había jugado “al quemado”, pero sonaba divertido y estaba ansiosa por empezar a jugar.
Raya la guacamaya quien discutía con los demás desde la rama de un árbol vio a Sasha junto a Manny. Entusiasmada les gritó a todos que Sasha estaba allí. Todos fueron hacia la pingüinita quien saludó emocionada.
—¡Ahora el equipo azul estará completo y podremos jugar! —Exclamó Raya feliz— Sasha, jugaras al quemado en nuestro equipo, el color azul.
Robby, un robot muy inteligente, pero insensible quien también formaba parte del equipo azul, escaneo a la pingüinita.
—No lo sé, según mi escáner Sasha no es buena para este juego —comentó con su voz robótica —Su cuerpo regordete, sus patas cortas y sus aletas la convertía en la perdedora perfecta. Hay un 99% de probabilidad de que sea la primera en salir del juego.
Ari el camaleón y Bernal el oso quienes eran del equipo rojo se rieron del comentario de Robby.
Escuchar eso de Robby y las risas de los chicos entristeció y desalentó a Sasha al punto de pensar en si era buena idea jugar “al quemado”.
Raya la guacamaya se dio cuenta de ello y se apresuró a decir:
—No te preocupes, seguro lo harás bien. Además, es solo para divertirnos.
Los demás integrantes de su equipo la alentaron a jugar. Al ver a sus amigos rogando para que jugase la hizo sentir bien, por tanto, se animó y decidió intentarlo.
Manny, quien tomó el papel de árbitro, tenía colgando del cuello un silbato plateado que hizo sonar al estar todos en sus puestos, listos para jugar.
Los balones salieron volando de inmediato.
En pocos segundos quedaron fuera del juego Bernal el oso del equipo rojo y Leoni el león del equipo azul. La pobre de Sasha corrió lo más rápido que pudo para esquivar los balones, pero recibió un balonazo que la hizo perder el equilibrio y caer pues sus piernas cortas y pegadas la hacían lenta e inestable para el juego.
Se levantó del suelo sacudiéndose la tierra de las aletas. La pingüinita salió del juego resoplando y fue a sentarse junto a los demás eliminados. Pensó en salirse del juego al ver la rápida derrota, pero Leoni la animó para que continuara pues sin ella no podrían seguir jugando dado que estaría incompleto el equipo azul. Sasha lo pensó y decidió intentarlo otra vez.
Los ganadores del primer partido fueron los rojos. Ari, el camaleón, se burlaba del equipo perdedor y hacia bailes ridículos de victoria que molestaba a los del equipo contrario.
Los dos equipos volvieron a formarse para empezar otra partida. Manny volvió a soplar el silbato. Aún más rápido que la primera vez, Sasha fue interceptada por un balón. Para ella era muy humillante que en esta ocasión haya sido la primera de todos en salir del juego.
—Quizás Robby tenía razón, soy muy mala para este juego—dijo muy triste a la vez que se sentó en el piso junto a Manny— Solo juegan conmigo porque no hay nadie más.
Manny la miró preocupado y decidió ayudarla.
—Tengo una idea —dijo sonriendo— En el siguiente partido escóndete detrás de los más grandes de tu equipo, para que no te den a ti primero. Además, mientras te escondes puedes lanzar el balón sin que te vean y sin duda sacaras a varios del equipo contrario.
Sasha pensó que eso era una maravillosa idea. Agradeció a Manny por su ayuda. Ahora estaba entusiasmada de que empezara la tercera ronda.
Al terminar la segunda ronda, ganada por el equipo rojo nuevamente, todos se acomodaron en sus puestos de forma veloz, en especial Sasha quien estaba de buen ánimo ahora que tenía un plan.
Antes de tocar el silbato Manny le guiñó un ojo a Sasha quien estaba tapándose con Leoni el león. Al oír el pitido la pingüinita se asustó, pero tomó valor y decidió esforzarse para permanecer en el juego.
Sasha pasaba detrás de un compañero a otro para no ser vista y ¡funcionaba! Pudo tomar un balón y lanzarlo hacia Bernal el oso sacándolo del juego. ¡Se sentía bien permanecer en el juego!
Cuando Leoni recibió un balonazo y fue sacado del juego Sasha se escondió rápidamente detrás de Robby el robot quien logró propinar dos balonazos a dos jugadores del equipo rojo.
Solo faltaba “quemar” a Ari el camaleón para ganar, pero desafortunadamente este lanzó un balón antes que Robby y le dio justo en la cabeza al robot sacándolo del juego. Sasha estaba lista para esconderse detrás de otro compañero, pero… ya no había nadie. Todo su equipo había sido “quemado” y solo quedaba ella. El camaleón al notar que solo eran ellos dos la miró con una sonrisa burlona.
“¿Y ahora qué haré?, seguro perderé”, pensó desanimada mientras tomaba un balón del suelo. De pronto escucho las voces de sus amigos.
—¡VAMOS SASHA, ERES LA MEJOR, ¡PUEDES HACERLO! —gritaban todos.
Eso animó mucho a la pingüinita quien ahora miró retadoramente a Ari el cual pareció asustarse de la determinación de su contrincante. Sasha tomó impulso para lanzar el balón, pero justo antes de lanzarlo Ari desapareció.
Al ser Ari un camaleón tenía la ventaja de cambiar el tono de su piel por el de su entorno y así poder volverse invisible ante los ojos de los demás, pero sin duda esto iba contra las reglas del juego pues ¿cómo iba a ser quemado sino lo veían?
Sasha quedó confundida al no poder ver a Ari y sin previo aviso la pingüinita recibió un balonazo en el estómago.
Todos ahogaron un grito por lo que había pasado. No podían creer que Sasha había sido “quemada” por Ari injustamente, y para colmo, el camaleón volvió a su estado natural dejándose ver solo para burlarse de la pingüina y regodearse de haber “ganado”. Sasha salió corriendo del parque mientras lloraba desconsolada por la humillación que le habían hecho pasar.
Todos miraban con reproche al camaleón quien se autoproclamaba como ganador.
—Espera Ari, hiciste trampa, por tanto, estas eliminado del juego—dijo Manny a la vez que formaba una equis con sus brazos.
—¿Qué? claro que no, fui el único que no fui “quemado” así que…
—¡Bastaaa Ari! —exclamó molesta Raya la guacamaya— Hiciste trampa sin tomar en cuenta en como harías sentir a Sasha quien se esforzó mucho para intentar formar parte del juego.
—Pero es que yo quería ganar —dijo en voz baja el camaleón algo apenado.
—¿Y crees que Sasha no? —Preguntó Raya— Mejor vayamos a buscarla.
Estas palabras hicieron pensar al camaleón en lo que había hecho y en cómo hizo sentir Sasha. Raya tenía razón, quizás Sasha quería ganar tanto como él y el burlarse no estuvo bien.
Todos fueron por donde se había ido la pingüina. Al poco tiempo de buscar la encontraron llorando bajo un árbol.
—Oye, Sasha, perdón—dijo en voz baja el camaleón— No pensé en tu esfuerzo para jugar ni en cómo te haría sentir al hacer trampa y el burlarme de ti. Lo siento, de verdad. Tu eres la verdadera ganadora, no yo.
—Y nosotros no pensamos en como la pasarías jugando al quemado—dijo Leoni el León— pero aun así jugaste por nosotros. Todos te debemos una disculpa.
Todos se disculparon haciendo que Sasha sonriera. Se limpió las lágrimas y dijo con voz tierna:
—Gracias, amigos. La verdad es que por un momento la pasé bien jugando al “quemado”.
—¿Qué les parece una última ronda?, pero esta vez sin trampas—preguntó Ari.
—Más te vale—dijo Manny mirando a Ari de forma amenazadora. Esto hizo reír a la mayoría.
Todos fueron al parque a jugar una última partida de “quemado”, pero esta vez sin presionar a nadie y sin ser desconsiderados con los demás.