Las palabras correctas

Una tarde soleada, a Robby le dieron ganas de tomar aire fresco, así que salió a pasear por el vecindario. Durante la caminata por las calles observó a todos sus amigos disfrutando del buen clima en el parque. Desde lejos observó cómo unos jugaban a las escondidas, otros chicos jugaban a “las traes”, algunos otros pateaban balones o alzaban cometas en el cielo y unos pocos estaban apartados de los grandes grupos para disfrutar del día.

Uno de esos pocos apartados era Manny, quien estaba bajo la sombra de un árbol leyendo un libro. A Robby le dio curiosidad por saber por qué el mapache no quería jugar con los demás, por ello, se le acercó para preguntarle.

Robby se paró muy cerca de Manny y lo escaneo. El mapache levantó la vista algo aturdido por las luces verdes que estaban sobre él.

—¿Por qué me escaneas? —preguntó confundido el mapache.

—Solo quería saber si tus niveles de diversión estaban altos o, si, por el contrario, tus niveles de tristeza estaban altos porque noté que no estás jugando como los demás.

Manny le dijo que no tenía ganas de jugar ese día y que prefería leer tranquilo. A Robby esto le pareció raro pues pensaba que jugar era más divertido que leer.

—Entonces eres aburrido.

—¿Qué? Que me guste leer no me hace aburrido. Leer es bueno y divertido, aprendes mucho —dijo molesto Manny—Que a ti te guste mucho algo no significa que a mí me tenga que gustar.

Entonces, Manny se puso de pie enfadado y se fue lejos de Robby.

El robot no se esperaba esa respuesta de su amigo. No creyó que lo que había dicho era malo, al contrario, le parecía que tenía razón. ¿Leer le parece más divertido que jugar con sus amigos? Qué raro.

Aun confundido siguió caminando por el parque.

Luego, Robby se encontró con Tanu y Sasha quienes se turnaban para saltar la cuerda. Robby observó como Sasha la pingüina saltaba con agilidad, mientras que Tanu se enredaba sus patas con la cuerda y no lograba saltar más de tres veces seguidas. Decidió acercarse para darle unos consejos a Tanu. Cuando estuve frente a él dijo:

—He estado estudiando la forma en la que saltas y he llegado a la conclusión de que tus extremidades grandes te hacen lento para saltar la cuerda, por tanto, deberías jugar otras cosas como jalar la cuerda. En ese tipo de juegos si tendrás éxito.

Tanu se molestó por las palabras del robot.

—¡¿Quién te crees para venir a decirme que puedo y qué no puedo jugar?!—Exclamó. Tanu lanzó la cuerda al suelo y se fue dando pisadas tan fuertes que hacían que el suelo vibrara.

Robby se quedó aún más confundido. Repasó en su mente todo lo que acababa de pasar, pero siguió sin entender la molestia del monstruo, ¿si el solo quería ayudar por que se molesta?

 —¿Pero ¿qué les pasa a todos hoy?, ¿por qué todos se enfadan conmigo?

El robot se había puesto algo triste y Sasha lo notó, dejándola intranquila.

—¿Acaso alguien más se enfadó contigo hoy? —preguntó llena de curiosidad.

En ese momento Robby le contó lo que había pasado con Manny.

Fue entonces cuando Sasha entendió el por qué el robot se estaba metiendo en problemas. Robby no había respetado la preferencia de Manny por la lectura y tampoco había sido respetuoso al dirigirse a Tanu, aunque tenía buenas intenciones con ambos la forma de decir las cosas hería los sentimientos de los demás, causando así que se molestaran. La pinguinita se encargó de explicarle esto al insensible robot que escuchaba atentamente.

—Todos tenemos gustos diferentes, por tanto, no debes juzgar o criticar a quien le guste algo distinto, como hiciste con Manny. Tampoco puedes dar consejos de forma insultante porque eso no ayudará a la persona, sino que la desanimará a continuar haciendo algo que quizás le gustaba hacer, como pasó con Tanu quien se fue porque le dijiste pesado y torpe. Si quieres decir algo para ayudar a tus amigos, piensa bien en las palabras que usaras para no hacerlos sentir mal y de esa forma tomen en cuenta tu consejo.

—¡Vaya! ¿Con que usar las palabras correctas, ¿no? Nunca lo había visto de esa forma —dijo el robot asombrado— Gracias Sasha, ya entiendo porque se enojaron, pero ahora me siento triste porque ninguno de los dos debe querer hablarme.

—¡Entonces vayamos a buscarlos para que te disculpes con ellos!

¡Eso era una increíble idea!

Y así fue como Sasha y Robby se fueron a buscar a Tanu el monstruo y a Manny el mapache por el parque.

Para su suerte, ambos estaban sentados en una banca hablando entre sí. Sasha le dio un suave empujón a Robby para que fuera solo a disculparse. Tímidamente se acercó hacia ellos.

—Hola chicos—dijo cabizbajo el robot—Solo quería venir a decirles que lo siento. Nunca debí decir lo que dije de ustedes y lastimarlos. No fue mi intensión.

Al terminar de hablar les dio la espalda y se fue junto a Sasha quien le dio unos aletazos suaves en su espalda para reconfortarlo. De pronto, Robby sintió que le tocaron el hombro. Eran Tanu y Manny.

—¿Quieren jugar a las traer? —preguntó con una sonrisa Manny.

Sasha dio palmaditas de la emoción mientras que Robby se sentía muy aliviado y dijo un rotundo “¡Sí, por supuesto que sí!”. Así fue como los cuatro terminaron jugaron y riendo en el parque.

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